jueves, 29 de mayo de 2014


Aumenta cada vez más la tasa de suicidio de libros.


  
Estamos en una época donde la televisión, los smartphones, y la tecnología acaparan de forma agresiva la atención de las personas. Robándoles su tiempo, y en el peor de los casos, dejando sin vida la posibilidad de alimentar la mente con conocimientos. 


Un libro se suicida cada vez que concentras tu día en Whatsapp, Twitter, Facebook o Instagram. Y aunque estas redes pueden ofrecer cierto tipo de cultura, nunca se compara con la aventura de introducirte en un buen libro.


El pasado 24 de abril celebramos la décimo séptima feria internacional del libro (FILRD2014). Es irónico como una actividad pensada para incentivar la lectura y facilitar la compra de libros mediante precios asequibles; en su práctica, sea esto lo último que logre. Puesto que, no todos los que asisten van a comprar libros, ni siquiera a manosearlos. Según las cifras suministradas por la dirección general de la feria del libro, el principal ingreso proviene de la venta de alimentos.


Si nos vamos a la raíz de este mal, encontramos que se perdió el habito del cuento antes de dormir, las tareas de lecturas que eran obligatorias en escuelas y colegios, se han suprimido. En consecuencia, el vocabulario es sumamente escaso, trescientas a quinientas palabras. Si no hay riqueza de vocabulario, no se entiende lo que se lee. 


Maestros poco motivadores que no logran despertar el interés por los libros, más aún cuando muchos de ellos mismos no han desarrollado el hábito de leer, o bien tienen poca capacitación en los métodos de promover la lectura. Además, el uso de textos de lectura poco fascinante, complejos, fuera de contexto, que no identifican el mundo conocido por los estudiantes, provoca un rechazo que marca la relación del niño con la lectura para siempre. Si a esta deficiencia del sistema educativo le agregamos la incorporación de medios visuales, los cuales resultan atractivos, rápidos y no necesitan demasiada concentración, pues responden a la ley del menor esfuerzo. Es válido certificar que cada vez más la sociedad asesina los libros.

  
Solucionar esta problemática, es un reto que debe asumirse con seriedad y rigor. Es necesario hacer una reingeniería, fomentar la lectura, el libro, crear conciencia en torno al libro. Recordemos: "Analfabeto no es solo aquel que no sabe leer, analfabeto, es aquella persona que sabiendo leer no lo hace".